A finales de
marzo, la población de Lima vio algo realmente fuera de lo común: un cielo
azul, claro y despejado. Famosa por su bruma gris siempre presente, Lima es una
entre tantas ciudades que ha experimentado una mejora notable en la calidad del
aire debido a que las medidas de distanciamiento social para combatir el
coronavirus (COVID-19) han hecho que la gente permanezca en sus casas y los
negocios cambien su manera de operar. Mientras el distanciamiento
social pareciera estar desacelerando la propagación del virus en otras regiones
del mundo, es todavía muy pronto para sacar conclusiones sobre América Latina y
el Caribe dado el retraso en la llegada del COVID-19 a la región. Monitorear
los cambios en la calidad del aire podría darnos una aproximación general del
nivel en que las economías se están desacelerando.
Las medidas de calidad del
aire se basan en la concentración de contaminantes comunes. Uno de estos,
dióxido de nitrógeno (NO2),
proviene de la quema de combustibles fósiles por automóviles, autobuses,
plantas eléctricas, hogares, instalaciones industriales, y otras fuentes. Altas
concentraciones de NO2 en
el aire pueden generar efectos adversos, tanto para la salud humana como
para el ambiente.
Actualmente, el NO2 puede medirse globalmente
gracias a datos capturados por el satélite Copernicus Sentinel 5-P. Los
resultados ya muestran que la crisis del coronavirus ha disminuido la
contaminación por NO2 en
China y Europa, donde las cuarentenas se han establecido.
¿Cómo está cambiando la calidad del aire en América Latina y el Caribe?
Analizamos los datos para 11 ciudades en la región y observamos
disminuciones notables en los niveles de concentración de NO2,
particularmente en ciudades que han establecido cuarentena total como Bogotá,
Lima, Buenos Aires, Medellín, Quito y Guayaquil. Para este análisis, comparamos los niveles de
NO2 en los últimos 10 días de marzo 2020 (22-31 de marzo) con
aquellos observados en los primeros 10 días del mes (1-10 de marzo). Los
primeros días de marzo son utilizados como punto de referencia, o como un
escenario habitual, dado que los casos de COVID-19 todavía eran bajos en la
región y casi ninguna medida de distanciamiento social había sido implementada
por los países.
Las comparaciones visuales son
incluso más sorprendentes en ciudades donde hay cuarentena total. Para las
ciudades con medidas menos estrictas de distanciamiento social, el panorama es
más variado. En algunas ciudades, como Río de Janeiro, hay disminuciones
marcadas en la concentración de NO2. En otras, como Santiago de Chile, Ciudad de México, y São
Paulo los cambios son menos pronunciados.
Si bien los
datos satelitales hacen que sea más fácil medir las concentraciones de NO2 alrededor del mundo,
el NO2 es uno de
tantos contaminantes que afectan la calidad del aire. Otros causantes son el
monóxido de carbono (CO), dióxido de azufre (SO2), y ozono (O3), así como material particulado (PM10 y
PM2.5). Los efectos adversos a la salud de estos contaminantes, y la habilidad
de las ciudades para monitorear la calidad del aire, depende del clima local,
el viento, y de factores ambientales. Monitorear contaminantes también requiere
instalar estaciones de monitoreo a lo largo de una ciudad, para crear un
sistema de alerta de la calidad del aire que capture los datos en diferentes
áreas de las ciudades. Si bien algunas ciudades de la región tienen numerosas
estaciones para monitorear la calidad del aire, como Ciudad de México (35),
San Pablo (29), o Santiago (13), la
mayoría no las tiene.
Por lo tanto, nuestros
resultados muestran solo una aproximación del impacto de la pandemia en la
calidad del aire. Idealmente, se necesitan más datos para entender mejor qué
está ocurriendo en el terreno, particularmente en ciudades donde vemos cambios
menores en los niveles de concentración de NO2. Por ejemplo, una entrada reciente en un blog del BID basado
en datos reportados por estaciones de monitoreo de la calidad del aire, muestra
que, en Santiago de Chile, la crisis del coronavirus ha causado una disminución
consistente de CO y de material particulado. También necesitamos comprender
mejor cuáles medidas específicas de distanciamiento social están causando estos
impactos.
En general,
nuestros datos muestran una tendencia decreciente en la concentración de
contaminantes del aire al observar los niveles de NO2, particularmente en países en cuarentena total. Esta
tendencia podría indicar que la actividad económica se está desacelerando en la
región, indicando la necesidad de un análisis más profundo para entender qué
áreas de la economía están más afectadas por esta crisis.
¿Tendremos
cielos azules después de COVID-19?
Una preocupación clave es si
el aire más limpio que observamos en la región durará solo mientras lo haga la crisis.
Datos de China muestran que los niveles de contaminación han ido aumentando a
medida que las personas reanudan sus actividades económicas regulares. Además,
una vez los negocios pasen de modo crisis a modo recuperación, estos podrían
verse obligados a priorizar gastos urgentes sobre inversiones amigables con el
medio ambiente.
Pero ¿y si los cielos azules
que vemos hoy en Lima y en otras ciudades vislumbraran lo que nos pudiese
deparar el futuro si los sectores públicos y privados tornaran esta crisis sin
precedentes como una oportunidad para repensar los negocios y reconstruir de
una manera más sostenible? Muchas instituciones, empresas, y trabajadores se
han dado cuenta de que trabajar desde casa y renunciar a los desplazamientos
hacia sus trabajos es, de hecho, posible. También podríamos observar más
negocios digitales operando en el futuro y una mayor variedad de opciones para
entregas a domicilio. Este momento de aire más limpio que se vive en las
ciudades también podría incentivar que se intensifiquen los esfuerzos actuales
por electrificar el transporte público en las ciudades de América Latina y el
Caribe.
Si bien existe aún mucha
incertidumbre, está claro que nosotros como banco de desarrollo debemos
continuar monitoreando los cambios que ocurren en nuestra región durante esta
crisis, para proveer apoyo oportuno y ayudar a los países y al sector privado a
recuperarse en un camino hacia el crecimiento sostenible.
Los
resultados del análisis se encuentran ya publicados en el TABLERO DE IMPACTO
DEL CORONAVIRUS en la sección de “Calidad del Aire”. Del Banco
Interamericano de Desarrollo.
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